Ven a mi casa esta Navidad o Yul
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Publicación de MICROBLOGGING de NAKIL, ONLINE del domingo, 17 de diciembre de 2006
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rjoniano (a)!Ricardo Arjona : nominado a seis premios Grammy y ganado dos: el Grammy Internacional - el máximo premio de la música anglosajona (11 de febrero de 2007) - y el Grammy Latino (2 de noviembre de 2006), ambos por su álbum "Adentro" (2005). [+]
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-Ricardo Arjona
En el fondo escucho que Cristo ya nació en el Cerro de la Iguana de Palacagüina.
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Al terminar de escribir esta publicación miraré el ESPECIAL de Navidad de Los Simpsons y me pondré a escuchar las aventuras de Don Quijote de la Mancha, en mp3.
La palabra más empleada en muchos idiomas durante estas fechas es sin duda "Navidad". En el idioma noruego el adjetivo "navideño" ("jule") se antepone al sustantivo, de modo que forma así una sola palabra. Así que "regalos navideños" sería "julegaver". "Pasteles navideños", "julekaker". "Cerveza navideña", "juleøl" y así sucesivamente.
A finales de noviembre o a principios de diciembre, por lo general entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre, ingresa Noruega en el período que se llama Adviento. La palabra "adviento" tiene su etimología en el latín "adventus domini", que significa "la venida de nuestro Señor". Los cristianos que lean esta publicación de BLOGARJONA no me dejarán mentir que tanto en la iglesia católica como en la protestante, el Adviento dura cuatro semanas. Sin embargo en la iglesia ortodoxa, como en Rusia, por ejemplo, el Adviento es de seis semanas, pues celebran la Navidad alrededor del 6 de enero. Hay que hacer notar que en las iglesias reformadas de Gran Bretaña y de los Países Bajos, el Adviento se pasa desapercibido.
Antes era el Adviento, en realidad, como en el mundo musulmán de nuestros días, tiempo para entregarse al ayuno. Uno debía ayunar todos los lunes, miércoles y viernes. En algunos países de tradición católica aún se ayuna (mis tíos católicos de Guatemala, siguen ayunando). No obstante, en Noruega ya no se practica esto. Recuérdese que en Noruega la religión oficial es la luterana (protestante).
Aunque no se ayune ahora en Noruega, tiene la gente del campo para Nochebuena una cena compuesta de pescado, conocida como "lutefisk", que no es nada más ni nada menos que bacalao seco preparado con lejía, platillo muy apetecido durante estas temporadas (para algunos). A mí la nariz me advierte que no es muy aconsejable probarlo.
Pues bien, es en este período de "espera" cuando en los puertos de todo el mundo, los barcos noruegos colocan un árbol de Navidad en sus mástiles. Y a bordo, igual que en los hogares de noruegos repartidos por todo el planeta, se celebra la Navidad al estilo noruego, lo que significa que se celebra de forma diferente de lo acostumbrado en otros pueblos del mundo.
Los arbolitos abetos (llamados "pinabetes", en Guatemala) de los huertos de las casas se adornan con lucecitas blancas, muy pocas veces se ven lucecitas de colores, como es el caso en Guatemala. En las ventanas cuelga una estrella iluminada y en los salones o en las cocinas de todos los hogares noruegos hay un candelabro de cuatro brazos con cuatro velas de color lila. El color de la liturgia es el violeta y por eso las velas de Adviento son violetas. Este candelabro de Adviento llegó a Noruega desde el país vecino Suecia donde empezó a emplearse apróximadamente en 1,930.
Ocurre de esta manera todos los años el cuarto domingo antes de Nochebuena, es decir a fines de noviembre o a principios de diciembre. Tal día se prende una vela mientras los presentes, en especial los niños, recitan un verso en noruego, que traducido al español, dice más o menos así:
Encendemos una vela esta noche,
la encendemos por la alegría.
La dejamos ahí encendida,
mientras la observamos nosotros.
Encendemos una vela esta noche,
la encendemos por la alegría.
Son cuatro versos los que hay, al igual que las velas del candelabro. Así que el siguiente domingo el segundo verso reza así:
Encendemos dos velas esta noche,
dos velas por la esperanza y la alegría.
Las dejamos ahí encendidas
mientras las observamos nosotros.
Encendemos dos velas esta noche,
las encendemos por la esperanza y la alegría.
En los últimos años, también se ha vuelto costumbre colocar una especie de candelabro de siete luces eléctricas en las ventanas de los hogares noruegos desde el primer domingo de Adviento hasta el 13 de diciembre, pero ahora he visto que se queda ahí hasta enero del año nuevo.
El 13 de diciembre se celebra el Día de Santa Lucía, cuando una niña representa a la santa y en la cabeza lleva un candelabro en forma de corona con cuatro luces. Por lo general son luces de pilas o baterías, pero no deja de haber quien lleve velas de verdad. Sin embargo, ha habido uno que otro incendio debido a esto que ahora se utilizan más lucecitas artificiales.
[RECUERDEN CHAPINES RESIDENTES EN NORUEGA que en caso de incendio, el número de los bomberos es el 110]
Hay que decir que aunque la Navidad en Noruega sea diferente que la de otros pueblos del planeta, esas diferencias son menores ahora que hace unos cuantos años. La mejora de las comunicaciones [se desea feliz Navidad con mensajes del tipo SMS] y el aumento de las relaciones entre los países han provocado una mezcla de tradiciones. Si usted visitara Noruega ahora, las similitudes entre la Navidad en Oslo, en Londres, en Bruselas, en Santiago de Chile, Buenos Aires, Montevideo o en Nueva York podrían parecerle más obvias que las diferencias.
Hay la misma fiebre de los grandes abetos o pinabetes iluminados en las plazas, las calles engalanadas con guirnaldas y bombillas, los adornos curiosos en las ventanas y las miradas deslumbradas de los chiquillos que se ponen de puntillas para verlo todo mejor, pero sobre todo las agitadas compras navideñas. En Noruega, por ejemplo, los grandes y pequeños almacenes mantienen abierto al público hasta los domingos. Se hizo una encuesta a este respecto, el año pasado alrededor de esta fecha, en Noruega, y dos de tres encuestados respondieron que es muy alegre comprar regalos navideños. Sin embargo, el 50% de los entrevistados está de acuerdo en que "si fuera por mí, no compraría demasiados regalos navideños". En la encuesta realizada estuvo claro que los hombres son los que desean dar menos regalos navideños o regalos no tan caros.
Parece que en Noruega muchos están preocupados por el valor [en dinero] del regalo y no por la alegría [el valor] de dar. Por eso quizá no sea raro que en un ranking que se llevó a cabo también el año pasado sobre la felicidad en distintos países, Noruega ocupara la posición 15 mientras que Colombia y Guatemala quedaban en los primeros lugares.
El 44% de los encuestados noruegos respondió que al final comprarán regalos más caros de lo que se habían propuesto. En Noruega hasta los niños menores de 3 años reciben regalos con valor de miles de coronas noruegas.
Un dólar es igual a 6 coronas noruegas.
Lo triste es que en una sociedad (en este caso, la noruega) que se conoce como homogénea salen a relucir las diferencias económicas justamente en esta época.
Según los cálculos de un banco noruego, cada ciudadano noruego (de los casi 4.5 millones del país, incluido yo, NAKIL) gastará más de 4 mil coronas noruegas en regalos navideños este año. Por eso yo he pensado regalar casi sólo muchos abrazos y un montón de besos :-)))
¿Pero cómo es la Navidad de las mujeres por este rincón del mundo? Pues sepa usted que el 60% de las mujeres contestaron que se lo pasan de maravilla yendo de compras navideñas. Menos del 30% de los hombres es de la misma opinión. Se dice que la Navidad es de las mujeres; las mujeres compran muchos más regalos que los hombres. Mientras las mujeres compran un promedio de 16 regalos, los hombres dicen basta cuando han comprado 12. Esto nos lleva a la conclusión que ¡una de cada cinco mujeres compra más de 25 regalos navideños! Sin embargo no tenemos que pasar por alto que muchas mujeres son las que tienen que comprar los presentes que sus hijos van a regalar. Se dice en Noruega que las mujeres son mejores para dar regalos a sus amigas que lo que los hombres son para con sus amigos.
Al 40% de los hombres encuestados les cae mal ir de compras navideñas.
En la encuesta no se les preguntó cuál era la razón por la que les cae mal. Se especula, entonces, que es debido a que a los hombres en general no les agrada tanto ir de compras al supermercado o almacenes, especialmente si tales establecimientos están llenísimos de gente, lo que es el caso en esta temporada navideña.
Y usted querido lector, ¿qué opina de los regalos navideños? Cuéntenos su experiencia navideña ahí donde vive.
En Noruega, igual que en cualquier otra ciudad, los adultos recuerdan las maravillosas Navidades de hace años, a la antigua, y la forma que tenía la abuela de celebrar las fiestas. Pero en Noruega esto es un sueño que puede hacerse realidad... para los afortunados que consigan una invitación a una Navidad de verdad en el campo. Vivir la Navidad en Noruega es como una aventura sacada de uno de aquellos libros de cuentos que leíamos de pequeños sobre la blanca Navidad en un país muy lejano, mientras nosotros nos quitábamos la camisa porque hacía demasiado calor (por lo menos en la costa guatemalteca).
En las enormes cocinas de las granjas noruegas y de las casas de pueblos alejados del bullicio de los autobuses, los trenes, los tranvías, los metros, etc., en fin, las rutas habituales, los emocionantes preparativos empiezan, como ya lo apuntaba antes, con varias semanas de antelación. Se elabora la cerveza especial de la Navidad, la "Juleøl", se preparan los numerosos platos tradicionales a base de cerdo, centenares de dulces (galletas [los famosos "pepperkaker" o galletitas de jengibre, que precisamente ahora mientras escribo, se desprende ese olor desde mi cocina], pasteles o tortas), de los que como mínimo se sirven siete clases distintas, además del "julekake", un pan dulce propio de estas fechas que está relleno de pasas, frutas escarchadas y cardamomo.
El olor de la Navidad, ¡ummmmm! invade las casas y el nerviosismo de los niños es cada vez mayor. "Jeg gleder meg til jul" expresan los pequeños, en noruego, con una amplia sonrisa. Quieren decir: "No puedo esperar a que sea Navidad".
Y también es típica, a medida que se aproximan las fiestas, hacer una limpieza completa de la casa (precisamente lo que empecé yo a hacer hace días), además de preparar leña suficiente para mantener el fuego (de la chiminea) encendido por lo menos los tres primeros días de la Navidad, es decir del 24 al 26.
En la actualidad se ha añadido la costumbre de ir al bosque a buscar un abeto o pinabete. Es algo que a los abuelos noruegos de seguro les resultará extraño, porque la tradición del árbol de Navidad no llegó a Noruega, procedente de Alemania, como también es el caso en Guatemala, hasta la segunda mitad del siglo XIX, y a las zonas rurales tardó aún más en llegar.
Y cuando por fin llega la Nochebuena hay que adornar el árbol, tarea que por lo general corresponde a los padres, que se encierran en el salón, mientras que los niños, fuera erigen un monigote de nieve o adentro ayudan a los adultos. Los pequeños están a punto de reventar de la emoción.
En Nochebuena también es tradicional llevar a los establos un gran cuenco de gachas (como se dice en España) o arroz con leche (como decimos en Guatemala) para el "nisse", el gnomo (o duendecillo) que, según la tradición, se encarga de proteger la granja. Este gnomo llamado "nisse" es 'el Santa Claus' escandinavo. Es una ceremonia que hoy se hace por los niños, aunque sin duda las abuelas noruegas alguna vez tuvieron un escalofrío al pensar que de verdad existía semejante ser.
El "nisse" no es el único que recibe atenciones. No. Verá usted. Sobre un poste se coloca el "julenek", un montón de avena para los pájaros, y los animales de la granja también tienen su comida especial de Navidad.
Y luego, ya en la tarde de Nochebuena, empiezan a repicar las campanas de la iglesia recordando la fiesta. En esta ocasión, igual que en otras fechas muy señaladas, no se tocan de la forma habitual, con el lento "ding dong", sino que hay un repiqueteo insistente y prolongado mientras el badajo golpea rápido las campanas.
Cuando el sonido de las campanas ya sólo se revuelve en las memorias de las gentes, la paz de la Navidad se extiende sobre las granjas y sobre los pueblos. Los rezagados que aún no han llegado a su destino se apresuran a reunirse con sus familiares y amigos, mientras que en los patios la nieve cruje bajo las pisadas y la luz de las ventanas alcanza con su tibieza la oscura noche invernal.
Las celebraciones de Navidad propiamente dichas empiezan con la solemne lectura de los Evangelios, tal vez en la Biblia familiar de hace varios siglos que luce en sus primeras páginas el recuerdo de nacimientos y bautismo, confirmaciones, bodas y fallecimientos de varias generaciones.
Después la familia se sienta a la mesa para la tradicional cena, que para un extranjero [guatemalteco] tal vez sea un tanto extraña para una ocasión tan festiva, no sólo porque es a eso de las 5 de la tarde sino también porque no podrá comer su tamal navideño (a menos que lo haya preparado, como hago yo). Lo normal es que el plato principal sean unas gachas, como dicen los españoles, es decir en buen chapín, ARROZ CON LECHE. Sí señor, así como se oye: ARROZ CON LECHE. O, si se encuentra, bacalao fresco, o tal vez "lutefisk", que como ya he dicho es bacalao tratado con un poco de lejía y hervido. Es probable que esta comida tradicional naciera en los tiempos anteriores a la Reforma, cuando la Nochebuena era día de ayuno y abstinencia. Pero hoy se completa con una serie de platos que ni mucho menos tienen que ver con la abstinencia.
En casa de los suegros comeremos carne de cordero o costilla de lechón. No se acostumbra comer el bacalao, de lo cual estoy muy agradecido. A decir verdad, me costó acostumbrarme a comer carne de cordero, ya que es carne secada y muy bien salada con varios meses de antelación. La primera Navidad tuve que dar los bocados mientras contenía la respiración. Después el olor típico de cordero en el ambiente me repugnaba. Ahora, es distinto porque conseguimos carne de cordero ahumada. Es más sabrosa que la de antes. Es increíble cuánto puede cambiar el sabor. Ahora los suegros compran cada año carne de cordero ahumada sólo por mí.
El bacalao es una comida de la que los niños no suelen disfrutar demasiado. Navidad y bacalao es para los pobres chiquillos un suplicio. Miran una y otra vez las puertas del salón que siguen cerradas y su impaciencia va aumentando ante la insoportable lentitud con que los mayores saborean "la suculenta cena". Les parece que ha pasado una eternidad cuando por fin llega el gran momento y se abren las puertas de par en par (y empezarán a desenvolver los regalos).
Los niños entran a toda bala, pero se quedan inmóviles y atónitos al ver el árbol brillante con la luz de velas, a veces son velas de verdad, y los regalos cuidadosamente envueltos y amontonados en la base del arbolito. Luego llega un ritual noruego que consiste en rodear el árbol de Navidad. Todo el mundo se da la mano y forma un coro alrededor del abeto, gira a su alreddor, mientras se cantan villancicos. Por último se reparten los regalos y los niños empiezan a tranquilizarse. Empiezan a desempacar los regalos a eso de las ocho o nueve y puede terminar la desempacada de regalitos a eso de las 2 de la madrugada. El resto de la velada transcurre entre risas y juegos, comiendo pasteles y muchas otras cosas deliciosas.
La Navidad en noruega es para engordar o como decimos en Guatemala "para ponerse cachetón".
La mañana de Navidad, esto es el 25, algunas familias van a la iglesia. Me cuentan que en otras épocas había un servicio religioso a primeras horas de la mañana y después se desayunaba a lo grande en la casa. En la actualidad ese servicio es un poco más tarde y la comida tradicional es el almuerzo, en el que el cerdo suele ser el plato principal. Pero últimamente he introducido yo los tamales guatemaltecos en casa de mis suegros.
Pero en algunos lugares, la iglesia será la misma de hace siglos, tal vez una pequeña construcción de madera a la que han acudido los fieles desde la Edad Media. A lo mejor hay algunas inscripciones rúnicas en las paredes oscurecidas por los años o pinturas y tallas que nos llegan de aquellos tiempos y puede que también, para quienes sepan escuchar o todavía crean en Santa Claus, se deje oír el débil eco de ese mismo servicio navideño celebrado tantas veces.
Pero Nochebuena y Navidad son sólo el principio de una época de celebraciones que duran por lo menos hasta la Epifanía, y en algunos sitios incluso hasta el 13 de enero, vigésimo día después de Navidad y día de San Canuto (Knut, en noruego). Hay una frase popular según la cual el día de San Canuto marca el fin de la Navidad.
Estos días son para estar con los demás. En algunos lugares, aunque sólo por pura nostalgia, la gente sigue usando el trineo y los caballos, y el tintineo de sus campanas puede oírse entre los árboles cubiertos de nieve. Son unos días de reuniones, de luz cálida que escapa por las puertas abiertas para recibir a los invitados. Son días de juegos y alegría en los que nadie se acuerda de que los niños ya deberían estar metidos en la cama. Son también los días en que los pequeños se disfrazan y van de casa en casa para que les den pasteles y otros dulces. Esta costumbre se llama "ir de julebukk" (cabrío navideño, pronunciado "yulebuk") y su origen es desconocido, aunque los historiadores coinciden en que data de la Edad Media.
Ésta es la clase de Navidad que aún puede vivirse en el campo de Noruega, una Navidad muy parecida a las que vivieron los bisabuelos noruegos de los niñitos de la actualidad, aunque también es posible que los bisabuelos sólo quisieran invernar una semana cuando por fin San Canuto terminaba con las fiestas, porque para ellos era un trabajo enorme.
En general la gente acepta las tradiciones navideñas sin dudar. ¿Pero se ha preguntado usted querido lector de BLOGARJONA, en un momento de pura curiosidad, cuál es el origen de la Navidad? La gente no se detiene a pensar que estas costumbres forman un museo especial en el que ver retazos de la forma de vivir y de las creencias de sus antepasados, de cultos paganos (en el buen sentido de la palabra) y de antiquísimas tradiciones cristianas. Pero a decir verdad, la Navidad, la gran festividad de la Navidad reúne costumbres de muchas religiones y cada país ha ido creando sus propias tradiciones navideñas uniendo los cabos de hilos distintos que nos llegan a través de los siglos.
Tómese el abeto o pinabete como ejemplo. El abeto verde de la Navidad es un símbolo de vida y de crecimiento, a pesar del invierno y de su oscuridad, y mezcla ideas paganas y cristianas. El muérdago nos viene de los celtas, el acebo de los sajones y la costumbre de hacernos regalos se tomó de las fiestas con que los romanos celebraban el Año Nuevo. Las gentes de Noruega tienen entre sus usos navideños algunos que se remontan a las ofrendas y los sacrificios paganos de sus antecesores vikingos. Incluso la Navidad, o "Jul" (pronunciado "Yul") como es el nombre de estas fiestas, en noruego, se remonta a los tiempos pre-cristianos. Joulu o Lol era el nombre de una celebración pagana que tenía lugar en todo el norte de Europa. Aún hoy en día en español se le conoce como "Yul".
Los historiadores no saben a ciencia cierta qué tipo de fiesta era el "Joulu" o "Yul" ni en qué momento preciso del año se celebraba, aunque en general se acepta que sería a finales de otoño o principios de invierno. La mayoría cree que no era sólo una fiesta de la fertilidad, sino que era además una ofrenda de sacrificios a los muertos o que de algún modo llegó a relacionarse con esto.
Esta combinación nos puede parecer extraña ahora, pero en una sociedad agrícola vinculada al ciclo anual de la primavera, el verano, el otoño y el invierno y al ciclo del nacimiento, la reproducción y la muerte habría sido natural relacionar la fertilidad y la muerte, la vida que nos llega de lo desconocido y la vuelta a lo desconocido.
Las más antiguas de las costumbres noruegas parecen ser retazos de esta fiesta. Están relacionadas con los sacrificios a los dioses, que por lo general consistían en comida y bebida. Un poeta noruego que vivió hacia el año 900 de nuestra era, unos cien años antes de que Noruega se convirtiera al cristianismo, dice en un poema dedicado a su rey:
"Brinda por "Jul" junto al mar,
si puede hacer su voluntad,
nuestro jefe sin igual.
En este mismo contexto el poeta menciona a Frøy, dios de la fertilidad, de modo que en sus versos se recoge el antiguo origen de una o dos de las tradiciones antes mencionadas.
Una de estas tradiciones es la especial "juleøl", la cerveza navideña de Noruega que se elabora en las granjas o, más en tiempos modernos, en las fábricas de cerveza. La costumbre de preparar esta cerveza particular se remonta a través de los siglos hasta los tiempos en que los vikingos levantaban sus cuernos llenos de cerveza durante las celebraciones de "Joulu" o "Yul" dedicadas a los antiguos dioses noruegos Odín, Frøy y Njord. Pero cuando los noruegos del siglo XX levantan sus copas en el tradicional "skål" (se pronuncia scool), "¡Salud!", apenas recordarán, si es que lo hacen, a sus antepasados vikingos que bebían de los cuernos la cerveza de los sacrificios para pedir paz y un año venturoso o próspero.
La tradición de la cerveza "juleøl" sobrevivió a la conversión de Noruega al cristianismo sencillamente porque la gente se negó a abandonarla. Y los gobernantes, prudentemente, prefirieron dar a la antigua tradición un nuevo significado simbólico en vez de prohibirla. La cerveza dejó de considerarse como bebida de sacrificios: se llamaría sencillamente cerveza de las fiestas. Según una de las antiquísimas leyes del lugar, tal cerveza debía "bendecirse la noche de Navidad en los nombres de Jesús y de la Virgen María".
El hecho de que en el poema se mencione al dios Frøy indica el origen de otra tradición: se cree que en algún momento de las celebraciones de "Joulu" o "Yul" se sacrificaba un cerdo a Frøy, y que luego el animal servía de plato principal de las fiestas posteriores.
Puede que ésta sea la razón de que incluso hoy en los hogares noruegos se coma cerdo, aunque los platos de cerdo de la Navidad se elaboran de formas muy diversas. Puede ser el cerdo entero asado o puede servirse en tajadas, asado con repollo amargo, jamón ahumado o bien las manitas encurtidas.
La creencia en el "nisse" también se remonta a los tiempos del paganismo. La idea del duende protector de la granja puede tener su origen en el primer hombre que en épocas remotas comenzó a cultivar sus tierras. A veces se decía que este hombre estaba enterrado en alguno de los túmulos funerarios que había cerca de las casas. En las fiestas de "Yul", en recuerdo de los muertos, se le llevaba hasta allí comida y bebida, y se creía que salía para comer y beber. Con el paso de los siglos la imagen popular de este fantasma respetado y temido fue transformándose en un ser no tan peligroso, aunque en ocasiones aún destructivo y con características de duende: es el "nisse" de los cuentos de hadas noruegos.
Pero el "nisse" no ha sobrevivido hasta hoy sólo en la tradición noruega. Se ha producido una curiosa mezcolanza entre el "nisse" nórdico y San Nicolás de la Europa central. El resultado es la curiosa combinación de gnomo y obispo que los niños estadounidenses conocen gracias al poema "La noche de la víspera de Navidad". Es el alegre Santa Claus con su traje rojo, su barrigota y los ojos brillantes.
También en el "nisse" noruego encontramos elementos muy similares a los del Santa Claus importado.
Sin embargo, el antepasado del "nisse" no es el único ser fantástico que hay al llegar la Navidad: se creía que los muertos, durante esas fechas, vagaban en grandes grupos. Por eso se les dejaba comida en las mesas la noche de Navidad y, en algunos sitios, incluso había comida durante todas las fiestas. Resulta extraño pensar, mientras elegimos entre la abundancia de alimentos navideños de los restaurantes noruegos, que la tradición de estas comidas probablemente se remonte a los fantasmales banquetes de la superstición.
Pero es posible que la abundancia y la variedad de platos tenga su origen en otra tradición. La gente creía que de la cantidad de alimentos preparados para la Navidad dependía la pobreza o la riqueza durante el año siguiente, así que todo el mundo hacía cuanto podía para asegurarse un año sin privaciones.
Hay también otras tradiciones navideñas que pueden rastrearse hasta la Edad Media: los adornos de paja y la avena que se ofrece a los pájaros, por ejemplo, y también el pan de Navidad. Pero el origen de estas costumbres no está tan claro. Algunos historiadores afirman que tienen una cierta relación con las antiguas fiestas de la fertilidad, mientras otros insisten en que no es así.
Si hablamos de la Navidad en las ciudades, diremos que en las ciudades actuales la gente tiende a simplificar las celebraciones tradicionales. A pesar de ello, aún se conservan muchas de las antiguas tradiciones.
Aún siguen abriéndose los regalos en Nochebuena y cantándose villancicos alrededor del árbol. Los alimentos tradicionales, como el arroz con leche o las gachas, el "lutefisk" o el bacalao normal, los distintos platos de cerdo y el "julekake" siguen presentes en las mesas, pero lo más probable es que los platos de cerdo, tan elaborados, se hayan comprado ya hechos, y no sería nada raro que los dulces sean de una pastelería.
Pero la costumbre de visitar a los amigos y a los familiares durante la semana de vacaciones aún se conserva, y es también tradicional ofrecer la hospitalidad navideña incluso a los extraños, porque todo el mundo tiene la idea de que en Nochebuena nadie debería estar solo ni sentirse infeliz o triste.
Además, el visitante extranjero que sabe lo que quiere encontrar pronto descubrirá que sigue habiendo un toque noruego especial, incluso en los agitados preparativos de la Navidad, en las calles de la ciudad.
Hay en Noruega, por ejemplo, la blancura: no sólo la blancura de la nieve, sino también la de las bombillas blancas que se utilizan para decorar, que resultan tan distintas de las de colores habituales en muchos otros países, como Guatemala. Y hay platos y dulces tradicionales de la Navidad, adornos de paja y muñequitos "nisse" que destacan en todos los escaparates. El visitante descubrirá también que algunas tiendas han preparado una decoración con temas típicamente noruegos: el "nisse" sentado en el granero comiendo su tazón de arroz con leche, o una bandada de pájaros de alegres colores disfrutando de la abundante avena.
Hay, por supuesto, muchas otras cosas que pueden verse en otros sitios: el Santa Claus de los grandes almacenes con su barba y su traje rojo, los árboles y los adornos de Navidad, la gente feliz e ilusionada.
Además, si se presenta la ocasión, quienes lleguen a una ciudad noruega en tiempo de Navidad pueden darse el lujo o capricho de probar el bufé de Navidad en alguno de sus excelentes restaurantes. Y si encuentra algo que le agrade, tal vez lo más apropiado sería recordar con agradecimiento a aquellos fantasmas medievales que tal vez fueron protagonistas de la primera fiesta de Navidad.
Y sin nada más que agregar por el momento me despido con un alegre "Skål".
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Fuente que he indagado para la preparación de esta publicación son libros de Vera Henriksen, autora noruega. Ella ha escrito diversas novelas, piezas dramáticas y obras de ciencias humanas dirigidas al gran público. En su producción basada en las ciencias humanas emplea material sacado de la mitología nórdica, entre otras fuentes de inspiración. La acción de sus novelas y de sus obras de teatro transcurre frecuentemente en la Edad Media o en épocas pretéritas, si bien son modernos el lenguaje y la problemática de sus personajes.
Ahora, siéntate, relájate y mira este ESPECIAL de Navidad de la familia más humorística...
Etiquetas: Miscelanea
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